jueves, marzo 20, 2008
Esto no es ningún mito, Platón.
Surcos oscuros rodean y palidecen una mirada perdida, cercana a la demencia. Pálido en la oscuridad mira un punto en la distancia. Como mirando algo que se aleja. Sólo sombras dibujadas en la pared. Las llamas no crepitan, no hay fuego que ilumine. Solo la oscuridad se hace sombra. En alguna parte una gota cae seguida de otra en una interminable persecución hasta caer en un charco retumbando en el silencio así roto. O quizás unos acordes de guitarra. O un atropello fortuito seguido de gritos y dolor. O un color chillón.
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