martes, agosto 31, 2010

Genialidad hiriente.

Todo empezó con aquella entrada: la reina de las animadoras escribió tres frases. Mi blog nunca había recibido tantas visitas, nunca tantos aduladores comentarios. Tu alter ego femenino tiene mucho caché, bribón. Fue ella, cabrón. Indiferente, sutil, grácil. Carente de este toque grandilocuente. No sonaba entrecortado. Su estilo era impecable. Natural y vibrante, rebuscado y directo. Entraba por los ojos, te destrozaba, te recomponía y al segundo tocabas el cielo. Era como transcribir un sueño. En sus manos, un teclado se convirtió, casualmente, por mero aburrimiento o por pura crueldad, en un prodigioso instrumento. Insultante facilidad, inspiración inspirada en la propia inspiración que usaba las más llanas palabras como puñales que se transformaban en rayos de esperanza y que alcanzaban las más altas cotas que nadie haya tocado ni tocará jamás en ningún ámbito.

Lo peor es el presente. Ese regalo se convirtió en la primera y genial pincelada de un Guernica jamás acabado. Por placer. Desquiciante muestra, con esa sonrisa invariante, de la vanidad humana. Pero no era humana. Trasciende. Nunca quiso continuar, como cuando canta. Se inspira en si misma, como este texto se inspira en si mismo, cambiándose, éste en su decadencia, en su espiral de palabras sonoras a veces inconexas que retumban en mi cabeza, ella en su grandeza. No es posible soportar su displicencia. Me apetecía decir esa palabra, y como narrador, narro. Destartalada realidad que hace añicos con solo dejarse caer. Fase REM, por favor.

Invadido por relatos silúricos, me diluyo, olvidando lo que ya olvidé. Esa genialidad que, enrabietado, sólo pude borrar, histérico. Un glorioso doble arcoiris sin ninguna connotación, como el nacimiento de un líder anunciado por una golondrina, palabras robadas de una fuente innombrable, vergonzosa, que no hacen honor a tan supina maravilla. Y no conozco maneras de engalanar mis frases para hacerle honor a esa oda a la literatura, nada pretenciosa, decorada sin ornamentos, escrita por escribir. Como cuando camina. Sin rumbo. O cuando se tumba para estar tumbada y ni siquiera dormir. Esa es su condena. Sólo sabe vivir. Cada momento es único y ella no lo sabe. Y su sonrisa no muta. Su expresión no cambia. No está vacía como en 2046. Tan llena que turba, como la tierra contemplada desde el espacio, fascinante, azul, verde, marrón, negra. Nunca supe distinguir el color en sus ojos, ni en ninguno.

Y lo que comenzó como un ejercicio para dormir se dispara y me siento impotente, incapaz de comprender este odio fascinante, este deseo invariante de huir y de quedarme. Y las voces se entremezclan con el sueño iniciado por un boli sobre una hoja, impreciso. Y no logro cerrar un texto asilvestrado por la lucha titánica entre una neurona y un gran vacío. Hilarante.

Fase REM, ¡por favor!

Emoticón

Leve expresión amarillenta de un lúcido despertar remojado en un pesimista café(aromático y sutil). No existe emoticón capaz de reflejar lo que siento.

EN

Las siglas, simplifiquen.

No more running

Enquilosante.

domingo, agosto 22, 2010

Demencia onírica ante notario.

Sólo tiro para adelante con mis frases hilarantes.
Si esto fuese un fancine itinerante, no habría películas sino un rutilante y futil coro de luces tintineantes. Como el héroe del tupé, Milú ladrando mediante.
Y tan solo me encierro en la lírica asustado por un estómago vacío y una mente incapaz de dormir. Equívoco, unívoco, rehusar a tales palabras suena aún peor, seguro, leído que pensado.
Moverme en la realidad nunca fue mi sueño y mis ovejas escapan, pacientes.
Y una alta valla se yergue como una sutil patada.
La cena puede esperar. Apaga y comunícanos.

jueves, agosto 12, 2010

Déjale que te proteja del mal

Tareas en segundo plano, planos que duran segundos, segundos tarareando. Canciones que se pegan, que te recuerdan a otras, otras canciones, otras personas, otras épocas. Y el fluir del devenir suena bien, queda bien, tiene hasta lógica. Y tras mucho pensarlo, tras madurarlo, no se puede evitar que caiga al suelo. El secreto estará, supongo, en hacer que al caer no reviente, y si lo hace, que sea algo grandilocuente. Y la prosa cuando es hermosa huye de la rima fácil en la que se caería como cae el fruto al madurar si se aludiese a tonos sospechosos de color. Y no es malo sospechar. Porque cosechar es necesario, aunque resulte agrario. Y los días de vino y el color antes citado, sin haberlo nombrado, llegarán, nos abrazarán o por florituras inesperadas nos pincharán sangrantemente y decidirán por nosotros nuestros próximos e inseguros pasos. O todo eso no pasará. O pasará, se irá, volverá y se volverá, incrédulo.

Y dado que esto es imposible de cerrar, porque las páginas no existen ya, porque no hay una puerta y con cerrar me refiero al acto física, no penséis mal, dejo el final inacabado, a dos ruedas sin ser una bicicleta, siniestrado, empotrado, sin esperanza y con un CD variado encerrado en ese inhóspito lugar. No contemplo otra cosa que fuegos artificiales pintados en tu fachada, como una fuente de la que no para de brotar a borbotones el agua, sin cesar.

Siempre he pensado que un tercer párrafo era excesivo.

Demencial.